Komsomol
era el nombre que se le daba en la ex Unión Soviética a la juventud del
Partido Comunista soviético. La película, por su tono apologético,
debió ser encargada por la dirigencia del Komsomol, con fines
propagandísticos y de agitación. Estamos en 1932, en plena era
estalinista donde la necesidad de industrializarse a toda velocidad es
una prioridad del régimen.Esta es una clase de obra artística, que si no
envejeció, al menos el paso del tiempo la resignifica. Es indudable que
la película, haya sido o no intención del director, deja un sentimiento
bastante amargo vista desde el presente. El culto al trabajo
extenuante, presentado como un acto de patriotismo, ha sido un recurso
habitual de los regímenes comunistas desde la Unión Soviética hasta
Cuba. No existiendo la amenaza del despido o el desempleo que actúa como
chantaje al obrero en el capitalismo, los regímenes denominados
socialistas, recurrieron a los estímulos “morales” para tratar de
aumentar la productividad del trabajo de sus obreros. Este filme es un
testimonio elocuente de ello. El método consistía tanto en generar
competencia entre cuadrillas dentro de una empresa (reflejado en la
escena donde se cuentan los remaches colocados por cada una) como entre
sistemas (se ve en otra escena cuando se compara la producción soviética
con la de EEUU), como en renunciar al merecido descanso, trabajando más
horas o más días por el mismo salario. Mas allá de las motivaciones que
puedan estar en el origen de este filme, es indudable que hay un
transfondo que trasciende dicha finalidad. Aunque los jóvenes de la
película sonrían cuando se los toma en primer plano, las extenuantes
jornadas de labor y las inhumanas condiciones de trabajo, no hablan bien
de un sistema que supuestamente venía a liberar al obrero de la
esclavitud del trabajo capitalista. Ver a los trabajadores soviéticos
chapotear en el barro, remachar sin protección auditiva centenares de
hierros calientes, sufrir un frío despiadado en trabajos a la
intemperie, hace que dichas escenas de supuesta alegría, se parezcan más
a una cruel ironía que a la realidad de lo que se vivía en aquellos
tiempos.
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